Toda persona sabe que miente ¿y usted?

Toda persona sabe que miente ¿y usted? (audio)

El mentiroso miente para encubrir un fraude? Muchas personas se pasan el mayor tiempo de la vida por no decir toda, tratando de demostrarles a los demás que valen algo, que son importantes, que son capaces, que son únicos responsables de todos; por lógica consecuencia utilizaron mucho menos tiempo en capacitarse. Gastan inútilmente sus fuerzas y su tiempo, preocupados por la aceptación de los demás, buscando ser aprobados en todo momento. Lo peor es que viven comparándose descalificando a los demás y si ven que otros son más queridos o más elogiados, entonces se sienten poca cosa y sufren profundamente por su vanidad insatisfecha. Pero de esta manera entran en una loca competencia para demostrar quién tiene razón, quién es más sabio, quién es más capaz, quién vale más, o quién le hace un regalo no siendo su cumpleaños. Esa lucha produce un profundo cansancio interior y termina llenando el corazón de tristeza e insatisfacción, logrando una constante de mal humor.

Me recuerda mi inmadurez, de los 8 a 10 ó 11 años, que utilizaba cualquier argumento para lograr transgredir las reglas, buenas y honestas costumbres que mis padres me exigían y me exigen hoy a través de querer mantener su filosofía. Recuerdo que las personas mayores decían que los borrachos y los niños no mentían. Yo no bebía alcohol pero… para proteger mi única mentira mentía 10 veces más hasta que llega el límite y se termina con la verdad que sabía y creía que todos se tragaban la mentira. Por eso aprendí que para no mentir hay que utilizar el mayor tiempo de la vida para capacitarse y empezar por el último lugar, ese lugar que nadie me querrá quitar; si elegimos ser los últimos y renunciamos a demostrar que valemos más, eso nos brinda una gran armonía y una bella libertad interior, dejando de ser esclavos de la opinión ajena y caminamos en calma bajo la mirada de las personas que respetan la trayectoria honesta, transparente y en paz. Al mismo tiempo así nos liberamos de la envidia de los demás, de esa competencia permanente que hay en la sociedad renunciando a ser más que otros. No hay más ni menos sino personas distintas y todas importantes. Tampoco dejes que tus padres o tus amigos te coloquen en la cabeza el propósito de ser más que otros. Libérate de las expectativas de los demás; no necesitas ser más que nadie, sólo necesitas dejar aflorar tu propio ser, que es lo que queda y se disfruta después de todo lo que se aprendió más la filosofía de nuestros padres: ser tú mismo y serlo plenamente.