Cualquier representación mental, como criterio individual de un hecho real, pero con intención de mejorar la calidad de vida de la sociedad, siempre debe ser considerada muy buena idea, y tenerla en cuenta para poder ser apreciada, estimada y respetada, como pensamiento base antes de transformarse en una afable y honesta ideología, pero cuando el hecho o los hechos auténticos, innegables y verdaderos, se convierten en relatos, los mismos se alejan de la realidad, desarrollando nihilismo y sosteniendo la imposibilidad de cualquier conocimiento básico de comprensión.
Y la ideología se utiliza entre sus patológicas aventuras populistas como batería de lanzamientos de globos de ensayos, para manipular y adueñarse de sociedades completas, porque al ser un conjunto de sensaciones con ilusiones y creencias colectivas compatibles entre sí, describen y postulan modos de actuar que se apropian de temas específicos, como los Derechos Humanos, Medio Ambiente, Beneficios Sociales y Económicos, Cultural, Moral, Científico, Tecnológico y Político, incluyendo hasta las fechas de la Patria a manera de Secta Religiosa, como universo de valores relacionados al bien común, y codificados en un cuerpo doctrinal, con la finalidad de establecer canales de propaganda, publicidad y difusión, con influencia y justificación de los intereses que la sostiene.
Manuel Varela Garea – Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina