Tú eres lo que tú hagas de ti mismo. Piensa, reflexiona, practica cómo prolongar su calidad de vida, elimina de tu existencia los números que no son esenciales; esto incluye edad, peso y altura. Deja que tu médico se ocupe de ellos. Para eso abonas tu prepaga.
Mantén amistades optimistas, alegres y festivas, con capacidad de sacarte una sonrisa. Aléjate de humanos inseguros, celosos y gruñones, con cara de vinagre, que bajan el ánimo creando un ambiente de discordia; intenta aprendiendo cosas nuevas, infórmate, estudia más sobre computadoras, gastronomía, jardinería, y cuando dudes el camino toma un tema y escribe lo que sientas; nunca permitas que tu cerebro sea holgazán. Una mente perezosa es la morada del demonio.
Disfruta de las cosas simples, ríe más a menudo, fuerte y por largo tiempo, ríe hasta que te quedes sin aire; las lágrimas son naturales, sufrelo, lamentalo y luego rápidamente sigue adelante. La única persona que estará contigo toda la vida eres tú mismo. Vive con intensidad como si fuera el primero y el último porque eso disipa los miedos, genera fuerza y esperanza.
Rodéate de cosas que amas entre otras la familia, amigos, música, lectura, plantas. Busca un refugio todo el tiempo en donde te encuentres muy bien, como en tu casa. Celebra y disfruta siempre de tu salud; si es buena manténla así, si es inestable mejórala; si no está en tus manos corregirla busca ayuda y encontrarás el disparador de regeneración que te haga enriquecer tu felicidad, pero sí descarga la mochila de nostalgia y culpabilidad para seguir en este largo peregrinaje que emprendiste al nacer.
Tómate tu tiempo y viaja a otro país, ciudad y/o pueblo cercano o simplemente al centro comercial más próximo, pero no donde se debe la tentación de que tú creas que fue, es o será un pecado. A las personas que aman dícelo en cada oportunidad que puedas y quieras. Siempre recuerda que lo mejor de la vida es el movimiento continuo. La medida es tiempo y no por los tomados para el descanso, sino por los momentos que te roban el aliento.
Vive; se agradecido a Dios o en quien tú creas pero siempre da gracias por lo que la vida te ha brindado y no te enojes nunca por lo que no te ha dado. Se feliz y sonríe, que somos muchos que no sabemos cómo decirte que te amamos.